"Para aquellos que caminaron juntos, las huellas nunca se borran". Proverbio africano.

sábado, 4 de enero de 2020

Ecología de la Navidad

Ante el desbordamiento de mensajes deseándonos paz, alegría, prosperidad… la mayoría enlatados en vídeos musicales –buena definición de un amigo-, este año no he puesto empeño en la felicitación colectiva, en los días señalados. Ahora que ha pasado el mayor ruido, me apetece compartir algo personal, aunque suene a conserva, porque hace días que lo escribí.

Para mí, Navidad son esas amigas que todavía hacen postales a mano para felicitarnos las fiestas; excusa perfecta para vernos y desayunar juntas, aunque sea una vez al año.

Compartir una cerveza (o dos) con un amigo entrañable, que oculta el súper poder de la amistad auténtica y tiene orejas de Dumbo expertas en escuchar, incluso el silencio. No importa si es 24 de diciembre o si quedamos el 7 de enero.

Es la familia en un chat exclusivo de los cinco, a la hora de la comida, con prisas, pero con risas alucinógenas –¡aunque las setas sean trompetas!- brindándonos ayuda para los últimos preparativos de una cena que convoca una abuela de 99 años, un prisma de aristas y caras suaves. Luces y sombras vitales que cada día abrazamos sin saber si será por última vez.

Navidad es dar gracias por el encuentro de una comunidad (en mi caso la de Sant Maure) que sigue guardando unos minutos de silencio antes de la cena de Nochebuena para darse un abrazo sin pantallas (de calor y besos). Este año, me encantó la lectura, en especial la parte que se dedicaba a analizar el valor del tiempo de silencio individual y de introspección.

Navidad es nacimiento y es anuncio. Pero sobre todo sigue siendo denuncia. Es el parto de una mujer que empuja históricamente en todas las causas, con vocación humanitaria, para señalar y combatir la discriminación, cada vez más de las mujeres, porque colectivamente hemos sido ninguneadas y maltratadas en la larga historia de abusos humanos, por parte del poder (al que adjetivamos “patriarcal” por todo lo que representa al ostentar los privilegios).

Navidad es el ejemplo de las personas cuidadoras que pasan parte de su vida acompañando a otras, ofreciendo su cariño y forjando vínculos con aquellas que están en vulnerabilidad por motivos diversos. No siempre son las más pobres económicamente, sino las más frágiles y de todas las edades, que carecen de protección, familia, trabajo, salud…

Navidad es pedir disculpas por no estar más presente, aunque la cantidad no resta valor a la calidad del tiempo que elegimos compartir.

Seguro que en la lista de lo que es Navidad podríamos añadir muchos instantes que atesoramos a lo largo de un año y que no se pueden envolver en papel de regalo. Un encuentro, un abrazo, una conversación, un paisaje… Me podrías decir que a veces se trata de un libro esperado. ¡Siempre hay excepciones! Aunque es mayor la emoción de una dedicatoria de mi sobrino Oriol (14 años ya…) haciendo de amigo invisible: “Mai deixis d’escriure, sempre sigues la mateixa, gaudeix de la vida. T’estimo”.


Sí, esta Navidad ha sido más que otras, emoción honda, silencio y recogimiento. Sentir la tristeza, porque la edad y la enfermedad de nuestros mayores avanza y nos trae sobresaltos o cambios (ley de vida), pero también la alegría de salvar obstáculos inesperados, de ver a los sobrinos madurar y a los más peques crecer ilusionados con los encuentros familiares, montando el árbol, cagando el Tió (el tronco más escatológico y mágico del mundo mundial); a Nèstor haciendo la crónica diaria de sus aventuras a la familia, entregando la carta a los pajes y ahora esperando con ilusión que lleguen los Reyes Magos (más sabios que poderosos).

Creo que de nosotros depende que vivan la esencia de lo que celebramos, así que Nèstor ha sido el primero en leer este mensaje.

Aquí lo dejo, porque me espera una nueva historia de ficción ¡y no quiero que tengáis que esperar cuatro años más! Gracias por la lectura. Por esta y por todas. Abrazos de mamut.

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